El coleccionista
- alexandertriana
- 17 may 2013
- 4 Min. de lectura
Relato de un sueño
Corrección de estilo: Alexander Triana Yanquén
Hace 10 años comenzó Universa Toys S.A.S. Cuando Antony Álvarez, un hombre de 40 años, ingresó a una juguetería con sus hijos en Estados Unidos, encontró unos carros de marca ‘Hot Wheels’ en especial -o como decimos en Colombia, en promoción- y recordó que un primo de su padre en alguna época los vendía a muy buen precio y eran muy apetecidos por los coleccionistas, particularmente por los carros a escala 1:24.
Allí nace la idea y decidió hablar con un amigo con quien había estudiado en el bachillerato, le planteó enviarle los carros y él debía conseguir en Bogotá quién los comprara. Mientras tanto siguió en la búsqueda de más juguetería que tuviese buena acogida en Colombia y empezó a gastar parte de su cheque semanal, invirtiendo semana tras semana y enviando una parte a su socio, y la otra empezó a venderla en la calle en una especie de ‘mercado de pulgas’.
Pasaba dos días de la semana tratando de rescatar algo de su sueldo, las ventas eran bajas, a veces lo conseguía o en el peor de los casos regresaba sin un dólar a su casa, pero la fe y la persistencia fueron su éxito, asegura: “si no hubiera insistido en levantarme después de cada caída, no existiría Universa Toys”. Con el tiempo lograron contactar un distribuidor de carros en Bogotá el cual empezó a comprar lo que él enviaba desde la tierra del ‘Tío Sam’.
Buscando mercancía para poder ofrecer se encontró con la compañía ‘Mc farlane’ –reconocida y famosa por sus figuras a escala– Unos soldados de juguete lo cautivaron y empezó a comprarlos, fueron un éxito total, luego consiguió unos helicópteros a control remoto y así sucesivamente hasta que se dio cuenta que su amigo y socio estaba trabajando por aparte pero con el dinero que cobraba de las ventas de los carros y los otros juguetes que enviaba –lo cual fue una decepción total– al mismo tiempo se aplicaba el refrán, “no hay mal que por bien no venga”, si su amigo no le hubiera fallado seguramente todavía estaría viviendo de un sueldo y trabajando para los gringos no hubiese tomado la decisión de regresar a su país para hacerse cargo de su negocio.
Después de luchar en Estados Unidos con sus juguetes y ver como se burlaban de él cuando apenas podía enviar una cajita semanal y le preguntaban: ¿cuántos contenedores ha enviado? Cuando se burlaban al abrir los famosos ‘yard sale’ y no vendía ni un carrito o juguete, hoy en día desearía que esas mismas personas le preguntaran: ¿cuántos contenedores trae a Colombia por mes?
Fueron épocas duras en donde le tocaba en tiempos de frío tener a sus hijos en el carro mientras trataba de hacer algo en el famoso ‘mercado de las pulgas’ allá.
Varias frustraciones se presentaron en su camino, tanto así que para poder vender compró unos dulces al por mayor y empezó a venderlos por unidad a un dólar pero el frío le jugó una mala pasada y los dulces se colocaron muy duros, generando la perdida de lo que invirtió.
Tuvo problemas familiares con su esposa porque de un poco de su cheque, paso a invertirlo casi todo –y así como se ganan dólares, se gastan– la situación se puso crítica a tal punto de separarse por problemas económicos, siguió adelante con el ánimo de sacar a su familia adelante y cuando tuvo un capital y algo más para enviar a Colombia, decidió devolverse no sin antes haber arreglado las cosas con su pareja, quien es su mano derecha en los negocios.
Al mismo tiempo envió su primer contenedor con tan mala suerte que la mercancía se perdió y nunca respondieron por ella –es decir, volvió a quedar en ceros– sin embargo algo le quedaba aun del inventario en Bogotá y decidió conseguir un local pequeño para empezar a vender lo poco que tenía mientras su hermano en Estados Unidos le enviaba mercancía.
Empezó en san Andresito de San José, en un centro comercial de poco renombre pero con calma fue consiguiendo clientela y su esposa e hijos regresaron, es así como esto paso a ser un negocio familiar e inicio la historia de los coleccionables, se podría decir que fue el pionero en importar figuras y modelos a escala para coleccionistas y aprovechando el ‘boom’ de que alguien empezara a traer algo diferente y fuera de lo común que las personas encuentran fue extendiendo sus líneas con varias marcas y diferentes categorías hasta que se convirtió en uno de los almacenes más buscados en el ‘San José’ por su variedad e innovación.
Curiosamente nuestro personaje asegura que él que no era coleccionista y al entrar a su almacén, se vuelve aficionado y empieza a convertirse en uno más, sobre todo de súper héroes, que es lo que de niños vimos y tal vez a algunos sus padres no les podían regalar, es así como lo que soñábamos tener como un juguete hoy los adultos lo quieren para satisfacer ese gusto que no tuvieron de niños.
El modesto negocio empezó a crecer y tomaron en renta el siguiente local, luego decidió trasladarse al que promete ser uno de los mejores de la zona, en el centro comercial Puerta Grande, Almacén B-203, allí amplió más su gama en coleccionables, ha participado en ferias importantes como La Feria del Hogar y SOFA en Corferias.
Coleccionar cosas en Colombia no es una moda reciente y no es un solo un ‘hobby’, es mucho más que eso y aquí radica el éxito de este empresario que modestamente me recuerda la película que interpretó Will Smith (En busca de la felicidad), tal vez ustedes dirán que es exagerado pero al visitar el negocio y charlar con los dueños, uno se asombra de lo que puede conseguir la disciplina y entrega, en especial lo que hoy representa Antony para los miles de coleccionistas que visitan su negocio a la expectativa de encontrar lo que falta en su modesta vitrina personal.
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